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TRIBUNA
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Podemos y su falso “no a la guerra”

El partido morado invita ahora a los españoles a una movilización “por la paz”, pero nunca ha convocado una contra la invasión de Putin a Ucrania

Irene Montero interviene durante la Asamblea Ciudadana de Podemos celebrada el pasado 12 de abril en la Casa de Campo de Madrid.
Estefanía Molina

El “no a la guerra” se ha vuelto el disfraz de Podemos para tapar que —si bien con peor cara que Sumar— también ellos incrementaron el gasto militar cuando formaban parte del Gobierno de coalición. Ya estaban en el Consejo de Ministros cuando subió anteriormente la partida de Defensa, y tampoco rompieron con el PSOE. Solo pueden aspirar ya a recuperar sus sillones en el Ejecutivo para otra legislatura, por mucha retórica grandilocuente que utilicen. El resto del debate sobre el presunto “régimen de guerra” peca de cinismo.

Para empezar, porque la Unión Europea no ha provocado este escenario, sino Vladímir Putin. Sonará a obviedad a estas alturas, pero de tanto repetir desde las filas moradas que Pedro Sánchez y Ursula Von der Leyen son “señores de la guerra” igual alguien acaba pensando que quienes ayudan a la víctima, en verdad, son los agresores. A Bruselas le gustaría ganar autonomía defensiva, algo que a Podemos no le parecía mal en 2016, cuando pasaron de apoyar un referéndum de salida de España de la OTAN (2014) a abogar por mayor autonomía estratégica de España y la UE respecto a Estados Unidos. En cambio, la formación morada no está ahora por ser aquel partido que entendía la Defensa como un eje de Estado, sino por desmarcarse de Yolanda Díaz y relanzar a Irene Montero. Darle la puntilla a Sumar es el principal cometido.

Así que el “no a la guerra” es el filón que ha encontrado Podemos para ganar protagonismo en la política española. Es decir, para recuperar su papel de muleta del PSOE, como antaño: jugar al enfant terrible en los medios, pero ser disciplinados si tocase limar sus maximalismos en un Consejo de Ministros. Reescribir la historia es difícil tirando de hemeroteca. Cuando el partido morado tenía que votar algo en contra de su pureza ideológica, debió entenderse como responsabilidad, según parece, si lo hacen Sumar o el PSOE, como una total renuncia a ser de izquierdas.

La cuestión es que Podemos invita ahora a los españoles a una movilización “por la paz” y contra la subida del gasto en Defensa, pero, curiosamente, nunca convocaron una movilización contra la invasión de Putin a Ucrania. La política internacional hace extraños compañeros de trinchera: cabría preguntarse seriamente si Santiago Abascal o Jorge Buxadé encabezarían también esa marcha. Vox y el partido morado tiran de la misma retórica en el Parlamento europeo: acusar a Bruselas, avivar el fantasma de unas élites alejadas del pueblo. Ambos extremos votaron en contra del plan de Defensa en la eurocámara. Es legítimo protestar contra las acciones del Gobierno de turno, pero, ¿cuál es su propuesta alternativa y realista, más allá de aprovechar el momentum?

Sánchez tampoco queda exento de responsabilidades: ha decidido aprobar la subida unilateralmente, pese a que el Partido Popular está de acuerdo en este tema. El Ejecutivo se ha impuesto una soledad ficticia, preso de la llamada “política del muro”. No es del todo verdad que esos más de 10.000 millones de inversión solo pudieran ser destinados al gasto militar, como sostiene el Ejecutivo, pero parece que los españoles tampoco pueden esperar ya un debate demasiado serio, sino electoralista. Aunque haya discusión en el Congreso, el presidente les ha ahorrado a sus socios tener que votar y posicionarse.

Precisamente, la izquierda a veces peca de creer que quizás sus votantes no entienden las prioridades sobre seguridad o defensa. El propio Gabriel Rufián ha ido moderando su discurso. Según el CIS de marzo, el 61,2% de los votantes de ERC estaría a favor de que la UE incrementara su Defensa —están más cerca del PSOE (76,3%) o de Junts (58,3), que de Bildu (32,2%—). Asimismo, el 70,2% de los votantes de ERC estaría a favor de crear un Ejército común perteneciente a la UE —nuevamente, más cerca del PSOE (76,2%) o Junts (71%), que de Bildu (27%)—. Ser de izquierdas no implica vivir de espaldas al mundo.

En definitiva, se entiende por qué Pedro Sánchez no presenta los presupuestos del Estado: seguramente no caerían hoy por Carles Puigdemont, sino por Podemos. Tanto atacar a la derecha nacionalista catalana desde la izquierda a la izquierda del PSOE, resulta que la legislatura está varada hoy por la autoproclamada “verdadera izquierda”. Podemos vive en la profecía autocumplida: presentan a Irene Montero como próxima candidata a las elecciones en España, y resulta que ellos pueden propiciar que el Gobierno progresista tenga menos recorrido que nunca, con tal de que se produzcan esos comicios.

Tremendo disfraz, cuando no cinismo, se ha vuelto en 2025 el “no a la guerra”, aquel grito sincero que tantos ciudadanos enarbolaron en 2003 en España. La camiseta que Ione Belarra lució en la Moncloa ante Sánchez —que llevaba ese mismo lema— sería valiente ante la puerta del Kremlin, no dirigida a un presidente de la Europa democrática. Lo saben bien decenas de ciudadanos rusos. Lo saben, tristemente y mucho mejor, millones de ucranios.

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Sobre la firma

Estefanía Molina
Politóloga y periodista por la Universidad Pompeu Fabra. Es autora del libro 'El berrinche político: los años que sacudieron la democracia española 2015-2020' (Destino). Es analista en EL PAÍS y en el programa 'Hoy por Hoy' de la Cadena SER. Presenta el podcast 'Selfi a los 30' (SER Podcast).
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